Por Renee Ruffin-Price
Para AL DIA TODAY
Renee y yo nos hicimos amigas en mi tercer año en la escuela secundaria. Todo en ella era perfecto, externamente. Y todos la envidiaban desde lejos. Renee empezó a abrirse más cuando nos hicimos amigos y compartió que ella trabajó como todos los demás. Me dijo que debido a algunas situaciones realmente difíciles, comenzó a desear no existir. Explicó que las cicatrices en su muñeca le recuerdan diariamente que no quiere volver a la vida que una vez vivió. Ella atribuyó su capacidad de ver la vida de manera diferente al entrenador Thompson, nuestro entrenador de baloncesto. Su mecanismo de defensa pasó de lastimarse a disparar aros hasta altas horas de la noche. Los deportes le dieron una razón para seguir adelante. Los deportes le dieron esperanza.
Según el National Institute of Health Journal (2005), el suicidio es la tercera causa de muerte entre los adolescentes de EE. UU. de entre 15 y 24 años, y las tasas de suicidio en hombres es más altas que las mujeres. Aunque la tasa de suicidios en los Estados Unidos se ha mantenido estable en los últimos 40 años, la tasa estimada entre adolescentes y adultos jóvenes casi se ha triplicado.
La historia de Renee no es infrecuente, los estudios han demostrado que millones de adolescentes estadounidenses participan en programas deportivos comunitarios y escolares y, además, la participación deportiva se asocia ostensiblemente con factores protectores que generalmente se ha descubierto que reducen el riesgo de suicidio entre los jóvenes: por ejemplo, menores tasas de uso de drogas ilícitas, mayor apoyo social, menor riesgo de depresión (NIMH, 2005).
¡Comienza la conversación estando disponible para alguien en crisis! DETENERSE. PREGUNTAR. ESCUCHAR. ACTUAR.