Por Jesika Millano
Para AL DIA TODAY
PALM BAY — José García, de 50 años, desde pequeño quiso ser médico. Capaz de hacer cualquier sacrificio por seguir con su carrera salió de su país Cuba, en 1995, rumbo a EEUU.
Como médico cubano vio en este país múltiples opciones para superar el estatus económico que, como profesional, tenía en Cuba.
Sin embargo, es muy bajo el índice de quienes logran continuar la práctica médica insertados en el sistema de salud estadounidense.
Su realidad al arribar a este país no fue lejana a la de cualquier emigrante. Laboró como mesero en un restaurante, en una estación de gasolina, pintando casas, como jardinero y camarero, y nunca dijo no a los trabajos que se le presentaron.
No obstante, García forma parte de esa baja estadística de médicos extranjeros que logran aprobar con éxito las limitaciones de ese arduo y costoso proceso que les permite ejercer. Actualmente se dedica a la atención primaria en niños, adultos y ancianos en una clínica pública de Melbourne para la que labora desde el 2011.
Tras dejar la Isla por declararse en contra del comunismo y del régimen de Fidel Castro, transcu-rrieron cinco años para poder insertarse en un sistema de salud diferente. “Esos primeros años fueron difíciles, fueron experiencias que labraron mi camino. Preferí arrojarme a lo desconocido y venirme al extranjero. No fue fácil el camino pero Dios puso delante de mí muchos retos que me han hecho una mejor persona. Ha sido una experiencia bien dura pero no me arrepiento de nada; si volviera a nacer lo haría de nuevo. Era necesario para mí como hombre hacer todo lo que tuve que hacer para ejercer de nuevo mi carrera”, narró.
Se graduó como médico en Cuba en el año 1986 y el tiempo que no ejerció lo dedicó a estudiar para aprobar los exámenes de licencia médica de los Estados Unidos, mientras tenía empleos de bajo perfil. “Mis primeros trabajos me dieron de comer cuando lo necesité. Hasta compré una máquina de limpiar alfombras y muebles y estuve año y medio dedicado a eso, pero mi norte siempre fue la medicina, fue mi esperanza. Al principio me desanimaba porque no fue fácil y a veces me deprimía pero siempre tuve mucha fe en Dios y tuve presente que yo era un médico y mi objetivo era hacerme médico en este país”, contó García.
Se integró a un programa de residencia sobre especialización en atención primaria y medicina de familia en Washington donde cursó su entrenamiento y tras culminar se quedó laborando en el área de la medicina rural en la capital del país, hasta que en el 2011 decidió mudarse a Florida para contraer matrimonio con su actual esposa, Annette Cuza García.
Hoy día se dedica a la atención de personas con enfermedades cardiovasculares, hipertensión, obesidad y diabetes tipo 2. “La mayoría de mis pacientes son hispanos, a quienes nos falta mucha cultura con respecto a una buena dieta y alimentación”, manifestó el médico.
Afirma que ayudar a la comunidad latina es uno de sus principales objetivos, es por ello que fue artífice de la idea de crear un consultorio médico en el Centro Hispano de Brevard.
“Cuando estaba en Washington trabajaba co-mo voluntario para una clínica que se dedicaba a brindarle atención médica a los trabajadores de la
agricultura; eran hispanos sin seguro médico. De ahí surgió la idea de crear aquí un centro de salud similar, tomando en cuenta que los hispanos necesitan aún más por sus condicio-
nes socioeconómicas”, comentó García. “Gracias a Dios y a Javier Molinares esa idea se hizo realidad. Aunque no participé en su creación, me entusiasma que algo que sugerí sea hoy día un hecho”.
El doctor García sirve como voluntario en la Delacruz Volunteer Clinic del Brevard Hispanic Center. La organización sin ánimo de lucro ayuda a individuos y familias sin seguro médico. Para más información, llamar al 321-802-9516.